viernes, 6 de marzo de 2009

De visita por el Museo de Antropología de la Ciudad de México.


Pasando revista por el museo de Antropología, con ansias extremas de conocer la exposición de los Zares, y de paso reposando del trabajo, pues alguna vez Oscar Wilde nos mencionó que "El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer”, transité esas salas en busca de otro mundo.

Me sorprendí por el hecho de ver piezas de esa región asiáticoeuropea tan maravillosa y todas junto a las salas de los toltecas, mayas, otomíes, y demás co-culturas. Nos hablaron de la primera ciudad rusa importante, Nóvgorod. Situada arribita de San Petersburgo, cuna de la raza Rus. Me instruyeron sobre las 35 letras de su abecedario y vimos piezas que realmente me deslumbraron. Me inquietó la idea de tener tan cerca el estilo de vida de la crème de la crème rusa. Un dato que me dio mucha risa de los gobernantes fue el siguiente: nos empezaron a hablar del árbol genealógico de los estadistas rusos, y pues empezaron con Pedro I, un grandulón de 2m04cm. Él metió al convento a su primera esposa, Eudoxia Fiódorovna Lopujiná con quien al parecer vivió en descontento, y a su hermana Sofía Alekséyevna también, por conspirar y tratar de quitarle el poder. Hay varias historias de damas enviadas al convento para su reclusión total y desaparición de la vida de un hombre, actividad que no debe ser alabada, pero, carajo, ¿a quién no le gustaría de vez en cuando mandar al jefe, al papá, a la mamá, a la suegra, al profesor, al policía, al jefe de gobierno, al presidente mismo… ¡al convento!



Imaginen la sarta de alimañas juntas rezando en conjunto a la benevolencia del señor, en hábito carmelita y con coronilla de fraile… un acto bastante gracioso tal vez. Aunque si uno fuera el de la visita monasterial regresaría con poco cabello y mirada perdida al trabajo, la escuela o cualquier círculo social y sería señalado, criticado. Los políticos vivirían pelones. La iglesia, por fin, haría un acto de apoyo a la sociedad construyendo más conventos, donde tal vez algunos se reformarían y podrían elegir otra forma de vida. Hasta podrían aspirar a la canonización. ¿Se imaginan? San Peje, San Fox, San Peña Nieto.



Otro hecho marcado por las sospechas fue la muerte de Alejandro I, quien supuestamente murió en un viaje, pero cuya tumba se encontró vacía el día en que se trató de exhumar su cuerpo en 1926. Este acontecimiento parece sacado de una película, aunque no estaría mal intentarlo. Ya me cansé de mi trabajo/familia/novia(o)/vida/sueldo/país/ciudad/etc., entonces, finjo mi muerte. Incluso empresas especializadas asesorarían al pre-occiso a realizar su acto de Houdini. No, pss por unos pesitos más le aplicamos el pozolazo. Y “kazaaam”… no más vida mediocre en el D.F. Ahora seríamos libres. Sin IFE, sin pasaporte, sin acceso a nuestra cuenta, pero libres. Por una lanita en Santo Domingo nos podríamos poner el nombre que quisiéramos y ser de la nacionalidad deseada. Nos veríamos al espejo, y diríamos: a partir de hoy mi nombre ya no es Pedro Infante Gómez, ahora soy Nikolay Sviatpolsk Nikoláyevich Mirski, nombre impronunciable hasta para uno mismo, pero muy feliz con el cambio.



El evento más sonado, llevado a las pantallas por Hollywood es el asesinato de Grígoriy Yefímovich Rasputin, charlatán que controlaba al hijo menor y único heredero de los Románov, el Zarévich Alekséi Nikoláyevich. Controló entonces a la mamá y al padre de poco carácter, llegando a tener la mayor influencia en la toma de decisiones de los últimos zares. La familia Yusúpov (cuya princesa era la digna representación de Venus sobre este planeta, tan sólo vayan a admirar su retrato en lienzo en una de las salas y lo podrán ver) le invitó una tarde a cenar, envenenando toda la comida. Él la engulló sin problemas. Después le dispararon, y lo aventaron al río Neva, donde según la autopsia murió ahogado, no de lo anterior. Antes de morir predijo que cuando él falleciera los Románov no podrían ver pasar 2 años, pues caerían también. Él murió en 1916, ellos en 1917.


¡Vaya que salí contento de la sala! Estas historias de alcurnia donde afloran compadrazgos, dedazos, poignon (lana) como dirían los franceses, intrigas, conspiraciones, atentados, fusilamientos, engaños, traiciones, ideales, simulaciones, espejismos, autocracias, rebeldes, amores, convenios, parecen una vida de novela, pero no lo son, al contrario, inspiran historias literarias, pero, ¿se imaginan vivir siempre atrapados en las páginas de Las llaves del reino, La fiesta del Chivo, Dr. Zhivago, etc. y ser siempre la parte gobernante?


Esto no pretende ser una apología porque además estoy consciente de que al menos la percepción es que ser gobernado es más fácil que ser gobernante. Sólo trato de usar la empatía. Ver morir fusilados a tus seres queridos junto contigo es lo mismo si estás en Aushwitz-Birkenau, en Siberia, en Guantánamo; de parte de los rojos, de los blancos, de los fascistas, de los carrancistas, de los revolucionarios.



La guía mencionó una frase que me gustó mucho: “el pasado no ha pasado”, suena a cliché barato, lo sé, pero la importancia no reside en la estética de la frase, sino en el fondo. Los museos pertenecen a páginas antiguas del pasado que nos envuelven y nos hacen revivir aquellos momentos cruciales para miles de seres. Nuestras vidas son consecuencias directas de su existencia. Mi escritura, al menos esta vez, lo es.

3 comentarios:

Xóchitl del Carmen dijo...

Nunca eh ido a un museo de antropologia. Uh, mexico esta tan padre, hay todo ahí.

Xóchitl del Carmen dijo...

Bueno, me eh dado cuenta que eres muy culto. Me caes bien =).
Se dice "caes"? Yo y mi ignorancia ortografica.

Saludos!

Max K Thomsen dijo...

Hey! gracias por pasearte por mi blog (: el tuyo está muy padre, muy interesante, muy culturizador, jajajaja, otras cuantas narraciones de la vida misma!

(: